Libertad
Buenos Aires
Cuando no quede un hilo de voz en mi garganta y no aniden en ella lamentos o palabras;
en su lugar un torrente de luz embravecido, un colorido canto de cigarras:
la libertad sabrá que puede poseerme
y podrá ver que al fin seré su esclava.
Ya no de los quejidos ni del tiempo, no más de las mañanas y sus hadas
(que sigilosas y extrañas me encantaban, dejándome olvidar lo que soñaba)
conocerá su cuerpo con mis manos
descansará los pies de arena ardiente que junte en el desierto de mi rastro;
y pasearé tranquila la conciencia
por las curvas cerradas de la muerte.
Alegría
Cuando no quede un hilo de voz en mi garganta y no aniden en ella lamentos o palabras;
en su lugar un torrente de luz embravecido, un colorido canto de cigarras:
la libertad sabrá que puede poseerme
y podrá ver que al fin seré su esclava.
Ya no de los quejidos ni del tiempo, no más de las mañanas y sus hadas
(que sigilosas y extrañas me encantaban, dejándome olvidar lo que soñaba)
conocerá su cuerpo con mis manos
descansará los pies de arena ardiente que junte en el desierto de mi rastro;
y pasearé tranquila la conciencia
por las curvas cerradas de la muerte.
Alegría
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